La biodiversidad de nuestro país constituye un patrimonio natural único en el mundo, lo que se debe primordialmente a la existencia de ecosistemas singulares que acogen especies que se han desarrollado en forma aislada del resto del continente durante miles de años, debido a las barreras físicas y climáticas características del territorio chileno. El país alberga alrededor de 31.000 especies, entre las cuales se encuentran plantas, animales, algas, hongos y bacterias, que se presentan en una gran diversidad de ecosistemas marinos, costeros, terrestres e insulares. La riqueza de especies y el grado de endemismo se encuentran distribuidos de forma heterogénea a lo largo del territorio nacional.

Considerando lo anterior, en materia de conservación marina, Chile se ha destacado por el establecimiento de figuras de protección ambiental en los espacios marinos de interés, a través de una red de áreas marinas protegidas (“AMPs”). La creación de AMPs ha alcanzado un alto nivel de desarrollo en el país, con un 43% de su Mar Territorial y ZEE protegida, y con importantes compromisos en su Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), con el objeto de incrementar estas áreas y así aumentar los ecosistemas bajo protección.

En el plano internacional, en línea con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y sus 17 objetivos, Chile ha liderado iniciativas que propenden a la conservación marina y a la protección de los océanos, como albergar la Conferencia de las Naciones Unidas “Nuestro Océano” del año 2015; organizar en 2017 la cuarta versión del Congreso Internacional de Áreas Marinas Protegidas IMPAC4; y, liderar la adopción de la hoja de ruta sobre pesca ilegal y la prevención de la contaminación por residuos marinos, alcanzada en el foro de Cooperación Económica Asia Pacífico APEC 2019, que busca reducir y mitigar las fuentes de residuos marinos, tanto terrestres como marinas, orientado a un desarrollo sostenible.

Adicionalmente, Chile es Estado Miembro de la Organización Marítima Internacional (OMI) desde 1971, y consecutivamente, miembro del Consejo desde 2001. En materia de protección del medio marino, por su parte, es signatario del Convenio Internacional para la prevención de la contaminación procedente de los buques (MARPOL), el Convenio de Basilea y el Convenio y Protocolo de Londres, instrumentos que abordan los residuos provenientes de las fuentes marinas y terrestres.

Los residuos marinos y microplásticos son un problema ambiental global que impacta negativamente la biodiversidad, los ecosistemas acuáticos, el turismo, la pesca, el transporte marítimo y las comunidades que utilizan los ambientes marinos. Según el reporte 2019 del Estado Global de la Biodiversidad y los Servicios Ecosistémicos de la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, por sus siglas en inglés), la contaminación es el cuarto impulsor directo de pérdida de biodiversidad en ecosistemas marinos. Desde 1980, la contaminación marina por plásticos se ha multiplicado en 10 veces, afectando al menos unas 267 especies, entre las cuales se encuentran tortugas, aves y mamíferos marinos como ballenas y delfines. La gravedad del problema subraya la importancia de impulsar esfuerzos coordinados, nacionales e internacionales, para comprender los impactos ambientales de los residuos marinos, y desarrollar estrategias de gestión y prevención necesarios, a fin de mitigar sus impactos en el medio ambiente, el bienestar de las personas y en el desarrollo sostenible de Chile.